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    Sábado, 18 de Agosto, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    (Deseamos expresar nuestro amor, oraciones y condolencias a las familias de todas las victimas de este accidente fatal, en Genoa, Italia, en done un puente
    colapso, reclamando las vidas de 22 fallecidos, y algunos heridos. Ellos están
    en la presencia
    santísima de nuestro Padre celestial, porque su Hijo Jesucristo pagó con su sangre santísima por la culpa de sus pecados, por los poderes del Juramento a Isaac, para que tengan vida en abundancia en el cielo, para siempre. Nosotros seguiremos orando
    por sus familiares, para que entiendan que sus amados desaparecidos están en la gloria eterna, viviendo la vida que nuestro Padre celestial señalo para ellos vivirla eternamente en su Hijo Jesucristo y en su Espíritu Santo. ¡Amén!)

    EL JURAMENTO A ISAAC ES UN PODER SIEMPRE PRESENTE EN TI: ENERIQUECIÉDOTE DIARIAMENTE:

    Por su amor infalible para con la humanidad entera: Nuestro Padre celestial llamó a Abraham a llevar a su hijo Isaac al lugar que Él mismo le enseñaría
    en Canaán, en donde él tenia que ofrecerlo como en un sacrificio quemando, ascendiendo hacia su
    presencia santísima del cielo glorioso, porque Él estaba listo para hacer algo maravilloso por toda la tierra postreramente. Nuestro Padre celestial necesitaba encontrarse con Abraham y con su hijo Isaac en el Lugar Santísimo, descansando sobre el
    monte Moriah, para que Él no solamente reciba su amor asombroso que él lo había aprendido de Isaac su hijo, pero igualmente, Él estaba listo para derramar su único amor glorioso sobre todas las familias de las naciones, para
    siempre.

    Claramente, las familias de las naciones ya habían vivido sus vidas en la tierra y descendido a las regiones de los perdidos eternamente, porque ellos fallaron en conocer su santo nombre fuego ni tampoco conocían de su gran amor por su Hijo Jesucristo
    y por su Espíritu Santo, por ende, fallaron en tener la sangre expiatoria de corderos cubriendo sus pecados. Puesto que, nuestro Padre celestial había creado el infierno y sus regiones de tormentos eternos para Lucifer y sus ángeles caídos, pero jamá
    s para sus hijos nacidos de Adán y Eva, por eso, Él estaba preocupado por ellos que continúen pecando y descendiendo a estos lugares terribles de tormentos interminables, entonces Él tenía que establecer un convenio de vida
    inmediatamente—ayudá
    ndolos siempre.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba comer del pan y vino con Abraham y sus hijos adoptados sobre su Mesa santa, servida diariamente por su Hijo Jesucristo como Melquisedec, rey de Salem, y Santidad de Dios, para que Él luego derrame todo su
    amor maravilloso de su corazón santísimo, que Él siempre ha sentido por ellos, aunque yacían ya en el infierno tormentoso. Este es el día en que nuestro Padre celestial siempre espero, porque Él necesitaba manifestar por su
    Hijo Jesucristo y por su
    Espíritu Santo el amor maravilloso, que Él siempre sintió y acarició por sus hijos nacidos de su imagen y de su alma santísima, por ello, Él necesitaba manifestárselo a ellos tal cual, aunque ellos yacían ya en el infierno, perdidos eternamente.

    Después de tres días de camino, cabalgando con su hijo Isaac sobre una asna con el madero y dos jóvenes acompañándolos, entonces Abraham pudo ver el lugar que nuestro Padre celestial había escogido para derramar desde su corazón santísimo todo su
    perfecto amor y santidad sobre sus hijos nacidos de su imagen y de su alma, ayudándolos así a regresar a casa pronto. Abraham les dijo a sus dos jóvenes
    acampándolo, que esperen con los asnos, porque él ascendería con su hijo Isaac y con el madero
    y fuego para ver al Padre celestial, porque Él estaba listo para hacer algo maravilloso sobre lo alto, bendiciendo a toda la tierra junto con las familias de las naciones, por último, que regresarían pronto a ellos.

    Obedientemente, Abraham empezó a caminar con su hijo Isaac hacia el lugar, en donde nuestro Padre celestial esperaba encontrarse con ellos junto con el madero y el fuego que encendería el fuego, ascendiendo con su amor por su hijo
    Isaac para
    encontrarse y ser uno por una eternidad entera con el amor del Padre por su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo. Puntualmente, Abraham arribó sobre el monte alto, que realmente era el monte Sion, descansando sobre el monte Moriah, entonces él
    preparo el madero para tender a su hijo Isaac sobre él, porque él no solamente tenía que matarlo como un sacrificio de amor de su familia hacia la familia divina del reino angelical, pero igualmente, encender el fuego del nuevo reino venidero.

    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial vio a Abraham listo para cortar con su
    cuchillo a su único hijo Isaac, entonces Él tenía a su único Hijo Jesucristo, llamándolo desde el cielo para que no lo hiera gravemente, porque ahora Él sabía que
    Abraham jamás le negaría a su único hijo cómo un sacrificio de amor eterno hacia Él, en el cielo. En este momento, nuestro Padre celestial vio que Abraham estaba cumpliendo con su mandamiento de no herir a su único hijo Isaac, pero, más bien,
    dejarlo ir libre del peligro de morir y quemar como en un sacrificio de ofrenda
    encendida, ascendiendo continuamente hacia Él, en el cielo, porque Él estaba listo para derramar todo su amor infalible sobre él una eternidad entera.

    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le prometió bendecirlo a él más allá de todo entendimiento humano, porque Abraham no solamente estaba listo para hacer todo esto con su único hijo Isaac, en quien él había aprendido a amar con su esposa
    Sarah junto con sus hijos adoptados viviendo en su hogar, pero igualmente, con todos sus hijos naciendo en generaciones futuras. Es decir, que Abraham no solamente estaba listo para obedecer a nuestro Padre celestial, sacrificando a su único hijo Isaac,
    en quien él había aprendido a amar como amó en sus días al Padre celestial junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, por ende, él estaba listo a sacrificar a cada hijo prometido en su familia de generaciones futuras.

    (Por cierto, si tú eres una persona judía nacida en Israel (o en cualquier nación del mundo), entonces Abraham estaba listo a obedecer al llamado de ascender del monte santo de Jerusalén y su Lugar Santísimo para ofrecerte a ti (tú mismo hoy) como
    en una ofrenda encendida a Él, en el cielo, para que su salvación sea posible
    al fin en la tierra.) Sin embargo, esto fue algo que únicamente su Hijo Jesucristo podía hacer por Abraham en sus días, ascendiendo como Isaac para ser ofrecido él mismo
    como en una ofrenda encendida sobre el altar del amor prehistórico, porque esto fue una manifestación de amor de familia humana que nuestro Padre celestial necesitaba hacerla una con el amor de su familia divina del reino angelical.

    Esto es amor: uniendo no solamente el amor familiar de Abraham y Sarah junto con sus hijos adoptados, haciéndose uno con el amor de la familia divina de nuestro Padre celestial que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y, asimismo, con el amor de
    las familias de las naciones, aunque hayan ya descendido al infierno, sin embargo, Él aun los ama. Y para hacer esto posible: entonces nuestro Padre celestial necesitaba a Abraham sobre el monte Sion, descansando sobre el Moriah, con su único hijo
    Isaac dispuesto sobre el madero, porque Él derramaría continuamente sobre su carne sagrada y su sangre expiatoria junto con los huesos inquebrantables todo su amor de su corazón para con las familias de las naciones, salvándoles del mal postreramente.

    Aquí, nuestro Padre celestial derramó su corazón santo sobre todo hombre, mujer, niño y niña de Israel (sin nacer aún), porque Jacobo no había nacido
    todavía ni había establecido un convenio con Dios sobre el monte santo de Jerusalén, más aún,
    Él derramó su amor infalible para las familias de las naciones, para que tengan un convenio de vida con Él, siempre. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial por vez primera manifestó su amor infalible sobre sus hijos nacidos de su imagen y de su
    alma santísima, empezando con Adán y Eva, porque Él jamás los olvido a ellos, pero Él siguió amándolos, aunque ellos habían caminado, alejándose de Él, comiendo del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal.

    Este es el momento, en que nuestro Padre celestial les hablo tantas veces al pueblo judío en Israel, para que ellos sepan junto con las familias de las naciones, que: De tal manera Dios amó al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que
    en él crea no muera más tenga vida eterna (Juan 3:16). Este es el Juramento a
    Isaac que nuestro Señor Jesucristo le manifestó no solamente a Israel, pero igualmente a cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones,
    aunque muchos
    yacen en el infierno, pero aun así Él los ama a ellos, y con todo su amor sublime derramado de su corazón santísimo, Él tiene poderes para ayudarlos siempre.

    Dado que, el infierno está lleno de fuegos atormentando el alma de cada hombre, mujer, niño y niña que ha descendido allí, porque fallaron en bautizarse en agua, al invocar la perfecta santidad de su nombre, su Hijo y su Espíritu Santo, sin embargo,
    el amor sentimental del corazón de nuestro Padre celestial es más poderoso que todo fuego infernal, para ayudarlos siempre. Por eso, es que nuestro Padre celestial ha ordenado el bautismo en agua para sus hijos al invocar la perfecta
    santidad de su
    nombre, su Hijo y su Espíritu Santo, porque con él tú tendrás poderes del fruto de la vida, removiendo el espíritu de error por el Espíritu de Gracia, Misericordia, Verdad y de Justicia Divina, reinando en tu vida siempre.

    Estos son poderes que Adán y Eva estaban supuestos a obtener en el paraíso con simplemente comer del fruto de vida en vez del fruto prohibido, porque estos son los poderes de la roca de salvación que son abundantes en su amor infalible, gozo, alegrí
    as, felicidad, el reposo Sabático, y paz junto con otras bendiciones necesarias constantemente, para vivir una vida bendecida. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que derramar su corazón santísimo sobre un hombre digno de recibir por vez primera
    su amor asombrador junto con abundantes bendiciones, enriqueciendo toda vida humana en el cielo una eternidad entera, para que tú vivas esta vida maravillosa y gloriosa cuando aún todo hombre vive en la tierra hoy, y así manifestar su nuevo reino
    mundial pronto.

    Es decir, que cuando nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por su Espíritu Santo, entonces Él finalmente tuvo a alguien digno de recibir su amor asombroso, el amor entregado
    a ti ya con
    poderes de vida eterna, para que tú lo vivas en estos días antes de ascender al reino de los cielos. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial derramó todo su corazón de su amor infalible de bendiciones interminables de cada día para
    ti y tus amados,
    incluyendo tus amistades, porque finalmente Él tenía a su Hijo amado nacido en una familia humana como Isaac junto con su Espíritu Santo, en donde Él derramaría todo amor y vida sobre ti, y así vivas feliz siempre.

    Por eso, su Hijo Jesucristo junto con su Espíritu Santo fue muy importante para Abraham, su esposa Sarah, sus hijos adoptados (comprados con dinero de extranjeros) y sus hijos por nacer en sus familias de generaciones futuras, para que él sea siempre
    importante para ti como el Cordero de Dios, y con su sangre expiatoria, removiendo todo pecado de ti, siempre. Además, este es el Juramento de nuestro
    Padre celestial derramado sobre Isaac en el monte santo de Jerusalén y su Lugar Santísimo, en el
    Moriah, en donde luego en Canaán conquistado, y sobre el mismo altar su Hijo Jesucristo fue clavado al madero del Israel antiguo, levantándolos del Valle de muerte a vida en el Tercer Día, para que tú vivas enriquecido hoy.

    Esto es el amor infalible de nuestro Padre celestial, consumiendo su corazón santísimo siempre por cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las
    naciones yaciendo en el infierno, para que tú lo goces grandemente, así como Abraham y su
    familia lo gozaron en sus días y postreramente en el cielo—porque su amor te
    levanta a ti también ahora mismo. Este levantamiento que nuestro Padre celestial hará por ti, no será solamente de tu Valle de tus huesos secos, así como el Israel
    antiguo necesito ser levantado al mundo del Espíritu Santo, en donde ellos pertenecen, pero igual, tú serás levantado de tus enfermedades, conflictos, pobreza y muerte hacia días de gozo y de riquezas interminables de su amor infalible por tu
    bienestar.

    Misericordiosamente, este es el amor divino del corazón del Padre celestial por ti, por tus amados (aunque tú sabes que están en el infierno, pero aun Él los puede ayudar con los poderes del Juramento a Isaac), incluyendo tus amistades de alrededor
    del mundo, porque el poder de su amor santísimo es inagotable, constante, y no
    te fallara jamás. Justamente, este es el amor de riquezas interminables de nuestro Padre celestial que siempre sintió por Adán y sus hijos, empezando con Eva, pero Él
    siempre fallo en ayudarlos, porque comieron del fruto prohibido por su imagen santa, desfigurando así su imagen santísima en ellos, y así todos fallaron siempre en comer del fruto de vida para ayudarlos una eternidad entera.

    Sin embargo, con su amor maravilloso que nuestro Padre celestial derramó sobre
    su Hijo Jesucristo y sobre su Espíritu Santo como Isaac, entonces Él realmente lo derramaba sobre cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo ya en el infierno, y también
    por sus hijos de generaciones futuras, porque Él necesitaba destruir el fruto prohibido de Satanás en la tierra, empezando en el infierno. Ciertamente, al nuestro Padre celestial derramar su corazón santísimo sobre el único hijo amado de Abraham,
    que fue Isaac, entonces Él derramó todo su amor infalible que necesitaba trabajando en cada hombre, mujer, niño y niña yaciendo en el infierno no solamente arrestando pecados, pero igualmente, expiándolos con un final bautismo del Mar Rojo, sepultá
    ndolos así en el lecho marino para siempre.


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